Lee gratis este relato Chlodine, ship de Uncharted El legado perdido. El relato transcurre tras la escena en la que Chloe descubre que su padre estuvo en el mismo lugar que ella en el capítulo 7 y tras el final del videojuego. ¡Disfrútalo!
PUNTO DE VISTA DE CHLOE
Se detuvo un momento para sacar una fotografía del paisaje con su móvil desde lo alto del acantilado y pudo sentir cómo Nadine se movía por detrás suya antes de asomarse al vacío junto a ella.
—Eh, ¿estás bien?
Qué adorable era preocupándose de esa forma por ella.
—Lo siento, solo… tengo que volver al partido, enseguida estaré… —No terminó la frase, porque Nadine la empujó—. ¡Eh! —gritó mientras caía al vacío—. ¡Nadine Ross!
Su cuerpo entero se sumergió en el agua y se quedó completamente sorprendida por la actitud juguetona de su compañera.
—Oh, Dios mío. ¡¿Qué demonios?!
Escuchó el eco de la risa de Nadine y sin querer sonrió.
—¿Vuelves a entrar en el partido?
—¡Ah, listilla!
Volvió a escalar de nuevo hasta llegar a donde estaba Nadine y una vez a su lado la miró desafiante. ¿Quería jugar? Porque podían jugar un poco. Una pequeña pausa en su aventura no iba a descentrarlas de su objetivo.
—Ni se te ocurra tirarme a mí —le advirtió la mujer cuando se permitió invadir levemente su espacio personal.
—¿Y perderme la diversión, amor?
Se acercó a Nadine, la cogió por la camiseta para darle un tirón y acercarla a su cuerpo. Le sonrió desde muy cerca antes de abrazarla —intentó obviar el cosquilleo que sentía al tenerla así— y se lanzó al vacío apretada a todos esos músculos.
—Estás loca, Frazer —la escuchó decir cuando salieron a la superficie del agua.
Observó el rostro de su compañera empapado por el agua y se apartó un poco el flequillo para que no le molestara a la hora de contemplarla.
Nadine Ross.
Menudo descubrimiento.
¿Quién se lo iba a decir?
Esa aventura fue una locura desde el principio y, si lo pensaba, todavía le dolía la nariz tras la discusión que habían tenido. Aun así, la misma Nadine le había asegurado que no dejarían que Asav consiguiera el colmillo de Ganesh tras haberle contado por qué era importante para ella que no lo hiciera, ¿y quién iba a decirle que iba a abrirse alguna vez con alguien? Decir lo que había en lo más profundo de su corazón no estaba entre sus planes. Planes que cambiaron hacía tan solo unos minutos, media hora como máximo.
La mirada oscura de la mujer que tenía frente a ella le aseguró que no iban a parar hasta conseguirlo.
Qué difícil fue controlarse en ese momento tan potencialmente emotivo.
¿Y en ese momento bañado por la diversión y la complicidad?
Nadó hacia la orilla lo más rápido que pudo, pero la exmercenaria le agarró de la pierna y le hizo volver para adelantarla mientras se reían. Lo intentó de nuevo empujando a Nadine cuando llegó a hacer pie en el agua, pero solo consiguió que la tirara de nuevo. Para acabar le puso la zancadilla en un rápido movimiento, viendo cómo Nadine se caía en la orilla todo lo larga que era.
Se acercó a ella y la empujó por los hombros para tumbarla boca arriba antes de trepar por el cuerpo de la exmercenaria hasta conseguir inmovilizarla con los pies y las manos. Se miraron fijamente, aún con las sonrisas dibujadas en el rostro, pero entonces bajó la mirada a la boca de Nadine y sintió aquello que se despertó hacía unas horas y que había estado intentando evitar de forma muy consciente, sin dejarse llevar por arrebatos estúpidos de pasión, que era lo que solía hacer.
—Creo que necesito algo más que mojarme para volver al partido.
—¿Sí? ¿El qué?
Un arrebato estúpido de pasión.
Se mordió el labio antes de soltar una de las muñecas de Nadine y llevar la mano a su mejilla. Pasó el pulgar por su labio inferior y cuando no encontró ningún rechazo por su parte se inclinó para buscar su boca, aguantando un sonido de agrado cuando sintió la suavidad de estos. Nadine al principio se sorprendió por el gesto, pero no tardó en responder a sus movimientos, besándola y ajustándose a esa necesidad de sentir más que iba incrementándose más y más con cada nueva embestida de labios. Gimió cuando la mano de Nadine se apretó en su baja espalda, acercándola más a su cuerpo tonificado, y se arqueó contra ella para provocar alguna reacción.
Le gustó la forma en la que la exmercenaria gimió en su boca sin dejar de besarla.
No tardó en separarse de ella, intentando mantener la compostura y le sonrió.
Ese era su juego y era una experta.
—No me gusta perder —le dijo como pudo, aún agitada.
Se levantó y fue directa a la pared escarpada para comenzar a escalar de nuevo y dirigirse a su objetivo, sin perder la sonrisa y con el ego multiplicado por dos. Pasó muy rápido, pero de repente estaba con la espalda pegada a la pared con el cuerpo tonificado de Nadine presionándose por todos lados tras haberla girado con dureza. Nadine volvió a besarla, sujetándole de la barbilla para levantarle la cabeza, y ella se lo devolvió y llevó una pierna hasta su cintura para apretarle el culo con el gemelo, acercándola a una intimidad que se moría por conocer.
Nadine se separó de ella sonriendo, con los labios húmedos y la respiración agitada.
—Qué casualidad, a mí tampoco.
Se sorprendió y pensó que a Nadine le salió una voz muy adorable a pesar del momento.
Se mordieron el labio a la vez, aguantando las ganas, antes de sonreírse y empezar a escalar lo más rápido que podían. Entre risas llegaron arriba del todo y no mencionaron nada de lo que había pasado.
Volvieron a tener la mente fija en su objetivo, pero con un «hablaremos cuando esto acabe» dibujado en sus miradas.
* * *
PUNTO DE VISTA DE NADINE
Llamó a la puerta de la habitación con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. No sabía si había llegado la hora de hablar o no, pero lo necesitaba, porque le gustaba que las cosas fueran lo más claras posibles. Chloe Frazer apareció frente a ella, bajo el marco de la puerta, y ella por un momento se quedó anclada a la imagen que tenía delante, porque no la había visto con el pelo suelto y la verdad fue que la dejó sin aliento.
Cogió aire y decidió ir al grano. Decir «hola» o «buenas noches» estaba sobrevalorado y más después de lo que habían vivido juntas.
—Creo que tenemos que hablar.
—O quizás no tenemos por qué hacerlo ahora. —La dejó sin respiración de nuevo—. Entra.
Chloe agarró su muñeca para tirar de ella y, una vez la coló en su habitación, cerró la puerta al mismo tiempo que atrapaba sus labios con una facilidad que consiguió que le fallaran ligeramente las piernas, sobre todo cuando la lengua de la mujer entró en su boca casi sin pedir permiso.
Había escuchado hablar de ella antes de trabajar juntas, y no le sorprendió porque era totalmente el estilo de Frazer. De todas formas era lo que buscaba yendo a su habitación: que aquello fuera claro. Lo más lógico era que, de momento, no necesitaran palabras, sino buscar un remedio para todo aquello que habían estado experimentando en su ruta por la India. Al principio no quiso hacerlo consciente y mucho menos cuando se enteró que estaba allí el idiota de Sam, pero llegó un punto que decidió no poner ninguna barrera. Y se apuntó mentalmente que le tenía que pedir perdón por el puñetazo que le dio.
Admitir que se preocupaba por Chloe fue lo primero, y lo segundo aquel beso, que fue lanzarse sin paracaídas. No tenía sentido en ese punto comportarse distante.
Levantó los brazos cuando Chloe sujetó el final de su camiseta y se la quitó en un movimiento muy perfeccionado antes de volver a unir los labios en un beso hambriento. Enredó los dedos en el pelo de la nuca de la mujer y empezaron a caminar a la vez hacia un nuevo objetivo: la cama. Se tumbó sobre ella cuando se terminó de colocar con la cabeza sobre la almohada y dejó que su cuerpo hiciera lo que tuviera que hacer, que en ese caso fue arquearse completamente contra ese cuerpo tonificado y curvilíneo.
Chloe gimió contra su oído antes de hacer que giraran en el colchón, intentó mantener la compostura y por un momento la situación le vino grande. Nunca había estado con una mujer, ni siquiera se lo había planteado en su vida, aunque sí había recibido millones de burlas llamándola lesbiana. Y que la primera vez que se le pasó por la mente fuera con alguien como Chloe Frazer, que tampoco sabía si había estado con una mujer antes, pero si no lo había estado improvisaba muy bien.
Improvisar, podía conseguirlo.
Aprovechó la postura y le quitó la camiseta a la india-australiana, sintiendo por primera vez la excitación con un cuerpo de mujer medio desnudo. Chloe la besó cogiéndola de las mejillas con ambas manos y ella intentó responderle lo mejor que pudo, pero no podía dejar de mirar su pecho desnudo y la curva que hacía su vientre en la zona de su ombligo. Se sintió inhibida con la visión y probablemente Chloe se dio cuenta porque agarró una de sus manos y la pegó a la piel de su abdomen. Caliente, así estaba. La acarició despacio mientras se deslizaba hacia su espalda, sintiendo bajo sus dedos suavidad, cicatrices y heridas recientes que estaban curándose.
Contempló a Chloe cuando se levantó y se desnudó también de cintura para abajo, quedándose completamente desnuda frente a ella. La mujer se inclinó para hacer lo mismo con ella, quitándole los zapatos y deshaciéndose de sus pantalones y ropa interior. Agarró las caderas de Chloe con ambas manos cuando se sentó sobre sus piernas y recibió su boca en un nuevo beso.
—Te pido perdón si soy muy directa, pero lo necesito. —La voz de Chloe sonó más ronca que de normal.
—Haz lo que necesites —le dio permiso.
—Necesito que me toques.
Tragó saliva. Podía matar a 20 personas ella sola y con tan solo sus manos, pero de repente tocar a Chloe Frazer le pareció de lo más complicado. ¿Sería capaz de complacerla? ¿De cumplir las expectativas que la australiana tuviera sobre ella?
—No tengas miedo, China, no voy a morderte… —Chloe la besó de forma delicada en los labios y se quedó observándola—. Te enseñaré algo que me gusta para empezar y luego improvisamos, tenemos mucha noche por delante.
Le respondió asintiendo la cabeza y quedando atenta a sus movimientos. Chloe sujetó su mano y la guio directamente entre sus piernas. Directa y sin perder el tiempo, y ella respondió bajando la mirada por lo mojada que la sintió entre los dedos. La mujer la ayudó incluso a cómo colocar los dedos antes de gemir contra sus labios cuando entró dentro de ella. Se miraron fijamente a los ojos y Chloe le sonrió antes de balancearse sobre su mano.
La australiana movía las caderas sobre su mano izquierda, deslizándose por dos de sus dedos, y creando el vaivén perfecto para que la palma de su mano se frotara contra su pubis. Su mano derecha vagaba por todo su cuerpo siendo guiada por las de Chloe, que se acariciaba donde quería y ella se permitía conocer el tacto de su piel, la humedad de su sudor o la calidez de su boca cuando se pasaba los dedos por los labios y los introducía dentro de ella.
Chloe era un espectáculo visual y hacía unas horas pensó que no iba a ver nada tan hermoso como el colmillo de Ganesh. Obviamente se equivocaba.
—Sigue, Ross —gimoteó tras soltarle el dedo que había conocido a su lengua.
Chloe le soltó la mano y decidió mostrar iniciativa acariciándole la clavícula mientras observaba cada una de las heridas que tenía por el cuerpo y estudiaba las cicatrices que lo decoraban. Se preguntó cuántos trabajos había aceptado y en cuántos había tenido éxito. Deslizó los dedos por su pecho hasta sentir su pezón, el cual pellizcó con cuidado y se llevó de regalo uno de esos gemidos que tanto le estaban gustando.
Se mordió el labio mientras miraba los senos de la mujer antes de acercarse del todo y atraparle, con algo de inseguridad, el pezón con los labios. Chloe le sujetó la nuca con su mano y la acercó más a ella, si eso era posible, pidiéndole de forma silenciosa que siguiera con su labor.
La humedad de sus dedos creció con la estimulación de sus pechos, así que se dedicó a mimarlos y a disfrutar de los sonidos roncos que se escapaban de la garganta de Chloe y de cómo los movimientos de sus caderas iban a más. La improvisación le salió sola y penetró un dedo más en el interior de la mujer, el gemido de aprobación le arrancó un suspiro contra la piel de Chloe.
El orgasmo de Chloe llegó en poco tiempo y dejó de saborear su sudor para contemplar cómo se arqueaba y adoptaba esa expresión tan sexy con la cara. La mujer escondió la cara en su cuello y ella dejó que se recuperara escuchando lo agitada que estaba su respiración.
—Túmbate, China —le susurró junto a la oreja antes de atraparle el lóbulo con los labios, provocándole un escalofrío.
Obedeció, pero Chloe no se movió de su posición y acabó con la cabeza entre sus piernas. Miró su intimidad expuesta, hinchada y muy húmeda unos segundos antes de enfocar su rostro y ver cómo le sonreía de lado. Se decepcionó cuando en lugar de bajar hasta su boca fue bajando por su cuerpo hasta terminar tumbada completamente sobre ella. Algo en la mirada de Chloe le hizo pensar que le hacía gracia la situación.
La australiana besaba muy bien y a medida que su boca iba recorriendo su cuerpo notaba cómo sus músculos se relajaban y se tensaban dependiendo de la zona que estuviera explorando con los labios, la lengua o los dientes. Tampoco dejaba quieta las manos y fue apuntando mentalmente cómo era ese camino húmedo que estaba haciendo sobre su cuerpo, porque también quería hacérselo a ella.
Se apoyó en los codos porque necesitaba ver cómo pasaba la lengua por la parte baja de su abdomen y se sentía ridícula cuando veía cómo le temblaba el cuerpo con los besos y lametones de Chloe por su piel. La postura de la mujer ya era excitante y se sentía privilegiada por poder verla así, a pesar de que había escuchado muchas cosas sobre ella.
Por un momento sintió un escalofrío al recordar que estuvo liada con Nathan Drake.
¿Chloe Frazer se acostaba con todos sus socios?
Ese pensamiento desapareció en el momento en el que Chloe la acarició con la yema de su dedo, provocándole un suspiro. Enfocó el rostro de la australiana y vio cómo le sonreía traviesa mientras volvía a acariciarla.
Arriba y abajo.
Otra vez.
Vuelve a repetir el mismo movimiento.
Dentro.
Gimió al sentir cómo dos de sus dedos entraban en ella y la lengua de Chloe lamía su clítoris. Tras lo que había sucedido con el orgasmo que pudo presenciar estaba muy sensible e intentó aguantar lo máximo posible para disfrutarlo más tiempo. La lengua de Chloe se movía muy bien y la forma en la que deslizaba los dedos en su interior estaba dejándola sin aliento, hasta el punto en el que sus brazos no la sujetaron más y tuvo que tumbarse en la almohada, tapándose la cara con las manos porque le daba vergüenza admitir las ganas de gritar de placer que tenía.
El placer era indescriptible a esa altura, intentó no moverse para no hacerle daño, pero sus caderas se arqueaban una y otra vez contra la boca de la mujer que no dejaba de lamer su zona más íntima. La nariz de Chloe se hincaba en su pubis y ella acabó apoyando los pies en el colchón para sacudirse con más fuerza, no podía aguantarlo mucho más tiempo, y el murmullo placentero de su acompañante le hizo saber que estaba bien, que no estaba lastimándola, así que siguió haciéndolo.
El orgasmo se unió a un dolor muy fuerte en su gemelo por la postura en la que estaba, menudo contraste de sensaciones. Chloe no dejó de estimularla con la lengua e intentó aguantar la contracción en el músculo para disfrutar de las endorfinas.
—Espera, espera —acabó pidiendo, separándola de ella antes de levantarse de la cama y apoyar bien el pie—. Oh, mierda.
Se quejó bajo la atenta mirada de Chloe, que se tumbó de lado, se apoyó sobre un brazo y le sonrió con gusto desde la cama. Acabaron riéndose las dos a la vez por la situación.
—¿Mucho ejercicio, amor?
—En estos últimos días, sí.
—¿No has calentado antes de venir? —Observó su figura sobre el colchón y verdaderamente era una diosa india—. Con tanto músculo deberías saber ya la importancia de un buen calentamiento, cuando quieras te doy clases.
—Me lo apunto.
—¿Estás bien? —Chloe se sentó en la cama y la observó directamente mientras ella se masajeaba la pierna.
—Sí.
—Entonces… ¿quieres volver aquí conmigo, socia?
Claro que sí.